lunes, 25 de julio de 2011

Dama del bosque.

Dama del bosque.


Tinieblas densas sentía en su corazón. La vida ya no me satisfacía, mis adoradas musas ya no acudían a mi llamada. Desesperado y triste, al bosque me encaminé en busca de una solución. No sabía lo que buscaba, quizá la muerte, arrancarme del corazón la pena negra…

Sentado al respaldo de un viejo y alto árbol, fumando un cigallillo, reflexionando en mi destino, de puertas que se me cerraban y llave ya no tenía. Ensimismado en mi pensamiento, observando las caracolas del humo que salía de mi boca.

De pronto, una brillante luz iluminó el aria del bosque donde estaba sentado. El cigarrillo se me fue de la boca y mis ojos quedaron fijos y cegados por el resplandor.

Lluvia de estrellas descendían del cielo, la luminosa luz se convirtió en una bella mujer, tan hermosa que dolía mirarla, bella como el sol. Su cabello, luminoso y largo, su ojos como esmeraldas verdes chispeantes… y su boca, ¡ay su boca! Sensual y de labios carnosos como rubíes, su cuerpo… ¡ay su cuerpo! De ensueño, exuberante. Al trasluz se reflejaba unos muslos torneados de sol y luna, y sus pechos… ¡ay su pechos! Eran como los de la Venus de Mirlo: dos jarras de miel, y sus caderas… ¡ay sus caderas! Sólo de verlas, mareaba los sentidos…

   —Hola, Jeshua. 
Dijo pronunciando mi nombre con dulce ternura. 
   —¿Me conoces?
La dije yo sorprendido.
   —Lo suficiente. Pero dime, ¿a qué esa tristeza que te invade el alma?
   —¡Mi tristeza! Sí, estoy muy triste, mis musas me han abandonado, ya no acuden a mi llamada. Pero dime: ¿Eres un ángel mandado por Dios? ¿Cuál es tu nombre?
   —¡Mi nombre! Ni nombre son chuchos, tanto como los soñadores me dan. Me llamo Amor, Ternura, Pasión y también Tristeza… Depende de la imaginación del poeta… Ahora me llamo Tristeza, porque triste estás tú…
   —¿Y mi tristeza? ¡Yo no la provoco, me sale del alma…
   —Pues abandona esa tristeza y trova poemas apasionados, para que yo me llame Amor —me dijo ella sonriendo en medio del resplandor.
 —¡No, no quiero que te llames Tristeza! ¡No, no, no! Te llamarás Amor porque amor siento en mi corazón.
  
   La quemazón del cigarrillo, quemando mis labios, hizo despertarme de mi sueño. En mi mano sostenía una pluma y unas cuartillas emborronadas en mi escritorio… Y exclamé con voz en grito:
    —¡Nunca jamás estaré triste! Escribiré mis versos con amor, con ternura y pasión, para que mi musa, jamás se llame Tristeza.

Jeshua: http://jeshua.blog.com.es/2011/04/24/relato-corto-jamas-te-llamaras-tristeza-11050061
Fotografia: http://tianne666.deviantart.com/#/d41m2bi

1 comentarios:

Zunilda Moreno dijo...

Muy dulce tu relato fantástico, Tianne, me ha gustado mucho . Un abrazo.

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